¿Y vos de qué lado estás?

Cuando una pareja amiga se distancia, o se separa, por lo general, trato de no meterme. Porque estoy cansada de que el más venerable hijodeputanolo quierovermás, se transforme en un tierno angelito, digno de un pobrecitoélsemereceotraoportunidad.
Sinceramente, creo que es más sano para la amistad sostener un silencio, a costa de coserme la boca, y no decir lo que pienso.
Un valioso silencio que puede hacer que una amiga no se convierta en una persona ingrata, o la peor desmemoriada.
Es la experiencia, generada en los errores cometidos, la me llevó a tomar esta actitud neutral. No juzgo, ni me quiero hacer la superada. Yo mismo lo he hecho. He reputeado, una y otra vez, diciendo que jamás volvería con él, y contando las peores cosas del señor en cuestión, para luego volver y olvidarme de toda la mierda que le había echado encima.
Claro, que las que no se olvidan son las amigas, que empezaron a odiarlo desde el primer día que nos vieron llorar por tal hombre. Entonces, ya para la semana de llanto y separación lo detestan. Son capaces de clavarle alfileres a su foto, o pisarlo con el auto si se lo cruzan por la calle, porque "ese desgraciado” no se merece otra cosa.
Pero, como por arte de magia, ese desgraciado se transformó en "el bichi" de nuevo. Lo pasado pisado. Y las amigas, que no lo quieren como nosotras, deben olvidar todo ese aprendizaje de odio, llevado adelante sólo por nuestra lengua y despecho.
Muchas veces las cosas dichas, en ese período, suelen ser tan ciertas como que 2 más 2 es 4. Y a pesar de la reconcilación, quizás temporaria, van a seguir siéndolo. Sólo estarán anestesiadas por el romanticismo del arreglo.
Por eso cuando empiezan a resonar epítetos contra el ex, prefiero no decir nada, por lo menos hasta que la separación sea un hecho irreversible.
Lo cual no quita que vuelvan a estar juntos, y dejen de lado la definición de irreversibilidad acuñada por la Real Academia Española.
Tengo unos amigos que estuvieron un año separados. Los primeros tres meses hablaban pestes uno del otro, los otros tres empezaron a decir cuánto se extrañaban, los tres que siguieron empezaron a verse a escondidas de los amigos y no decían ni mú, y, los últimos tres empezaron a recordar bondades del otro frente a los demás.
Como bien dicen: “cada relación es un mundo”. Y a veces en guerra. Lo mejor es ser neutral, porque en las capitulaciones, los enemigos se abrazan, y miran de reojo para ver si sus alíados siguen en el mismo lugar .

Cuestión de tamaño

El tamaño del pene es un tema que estuve soslayando y no por pudor, u otra cosa similar, sino porque no quería caer en el lugar común, y menos, meterme en algo que ni me importa.
Pero hace poco ocurrieron dos cosas que me incitaron a tomar el toro por las astas, o mejor dicho al hombre por su extensión tan erótica.
Un hecho fue que vino mi amigo un poco acongojado porque, según él, la naturaleza lo privo de ciertos atributos, y su ex se lo dijo, así sin pelos en la lengua.
-Maní, eso es lo que tenés.
Las mujeres a veces podemos ser tan crueles.
Y el otro, justo en el otro extremo, es que vi el documental que pasaron en I.sat, sobre John Holmes, el artista porno que ostentaba un pene erecto de 33 cm, lo que no podría denominarse de ninguna forma, maní.
Uno y otro me motivaron a pensar en tamaña cuestión, e hicieron que me diera cuenta de la presiónque tienen los varones desde el mismo día en que nacen, porque ya cuando los familiares los ven desnuditos hacen mención a su pitilín, o pitilón. Y hasta el padre se ufana. ¡Qué machito me salió!
Por suerte para las niñas, las tetas se hacen evidentes muchos años más tarde, si no quizás estaríamos en la misma situación. Ya que las tetas serían para la mujer, lo que el pene al hombre, en cuestión de tamaño. Siliconas inclusive.
Es bien sabido que el falo ha sido siempre el símbolo de la masculinidad, por eso culturalmente está asociado que mayor dimensión implicaría mayor hombría. Nada que ver.
Puedo hablar por mí, porque gracias a Dios pude comprobar empíricamente distintos calibres. Hubo algunos superdotados que carecían de buenas dotes de amantes y podría decirse que eran muy torpes, al momento de meter manos en el asunto.
Supongo que pensarían que por portar armas de calibre de guerra, no tenían que luchar cuerpo a cuerpo. Pero lamento informar que la explosión que provocaban era la de un Chasquibum, un chasco total.
Por otro lado, creo que lo que natura non da, la creatividad sí, como ya lo he expuesto en las “teorías maliciosas”: los hombres que no gozan de medidas generosas, si gozan de un sublime instinto de adaptación y son muy buenos en el sexo oral.
Salamanca presta, y presta muy bien.
Para tranquilizar a mi amigo, le prepare un gráfico que aprovecho y pongo acá, donde le demuestro que el 57% de los hombres se maneja entre 13,75 y 16,25 cm de longitud erecta. Y que entonces sólo un 5% estaría entre17 y 19 cm. (Se ve que no había ningún star porno en la muestra a estos 3000 hombres.)
Mientras miraba el documental de Holmes, veía como ser un pito con un hombre detrás, al final lo terminó llevando a la ruina. Lo que más me impactó fue una declaración de su mujer, Laura. Cuando recordaba a su amor, el épico actor porno de los 70’ -el mismo que aseguró cogerse a más de 14 mil mujeres-, ella no hablaba de su tremendo pene, sino que decía cuánto le gustaba su risa, y siempre recordaba cómo se reía.
Cuando les conté esto a las chicas, las guarras empezaron a reírse como locas y a decir: “claro, se acordaba de la risa después de que se la había cogido con tremenda máquina”, pero yo creo que lo decía de verdad.
Porque a mi misma me pasa, muchos de los bien dotados que pasaron por mi cama (y que fue menos del 5%) , quedaron marcados en mi vida, no por sus generosos centímetros peneanos, sino por sus gestos, sus caricias, o simplemente por un recuerdo grato compartido. Y no miento.
Mi amigo está triste, porque dice que la tiene chica, y que por eso su chica lo dejó. Quizás Holmes, a pesar de toda su fama, se sentía triste porque la tenía grande, y quería ser algo más que "una vida marcada por los grandes números"- como dice I.sat-, más allá del dinero que ganó con eso.
No jodan más con el tamaño, es pura boludez. Y es problema de ustedes, no de nosotras. No insistan más con eso.
Una mujer busca un hombre bien dotado en comprensión, compañerismo, sinceridad, y amor. De qué sirve lo otro si carece de estas virtudes.
Creo que lo mejor es ser feliz con lo que se tiene, en todo caso aprender a usar los artilegios en el amor, y darse cuenta de que para una mujer un hombre puede ser mucho más que un gran pene.
Después de todo nunca llevamos un centímetro en la cartera.

Elige tu propia aventura

-¡Me muero! ¡Me encontré con el flaco que me toqueteó en el auto, luego de una cita y nunca más me llamó!- exclamó Mona ni bien entró a mi departamento.
Viole y yo, la miramos y no pudimos decirle nada. No, porque no nos saliera, sino porque empezó a putear, y, a preguntar y contestarse ella misma. Estaba como loca.
-¡En el ascensor! ¿Hay peor lugar para encontrárselo? No tenés escapatoria, no podés hacer nada, y encima lo tuve que saludar. Resulto que se mudó al mismo edificio de mi tía. ¡En el ascensor! Eso se llama: puta mala suerte, porque si lo ves en la calle podés salir corriendo o hacerte la boluda, pero en el ascensor…- y seguía su perorata en la que la palabra “ascensor” aparecía cada tres segundos.
La primera vez que salís con alguien, ya sea cita a ciega, o no, todo puede suceder en la despedida. Puede haber diferentes finales: el tipo te besó, te tocó, terminaste cogiendo frenéticamente en un hotel, en un pasillo o en el auto, un beso en la mejilla sin ningún futuro, o simplemente un “te llamo” que nunca se concretará. O la combinación de todo eso.
Lo de Mona fue una cita con un ex compañero de la facultad. Ella reconoce que en esa época los kilos de más que tenía no la favorecían, y encima hizo lo contrario que una chica hace en esos casos, se comió todo. Entrada, plato principal y postre.
-Es que es patético una gordita que encima come, como un pajarito, para no parecerle gorda al flaco. El tipo debe pensar "la gorda me está tomando el pelo" – explica ella con provocadora convicción.
Cuando terminó de devorar el postre, y el café y los chocolatitos también, el chico en cuestión la llevó a su casa. Estacionó el auto en la puerta, y allí sucedieron los hechos que hoy la atormentan.
Mona aduce que como ella se quedó hablando, y no bajó enseguida, él se vio en la obligación de meter mano en el asunto, aunque ... más que en el asunto, las metió en las tetas de ella que sí se veían favorecidas por los kilos de más, pues estaban más abultadas que hoy con su exquisita delgadez.
La señorita jura que no tocó bulto. La cuestión que luego él desapareció.
Por eso ella está enojada y avergonzada al mismo tiempo. El destino se lo puso de nuevo en el camino. Como alguien dijo: “se encuentran los que no se tienen que encontrar”. (El del 4º ni asoma la nariz, mierda)
Nos volvió a contar por enésima vez todo, como si no lo supiéramos, preguntándose y preguntándonos una y otra vez, ¿le gustaba o no?, ¿para qué me apretó?, ¿le habré parecido una gorda pedorra?
-Por lo menos el tipo estacionó, el mío dejó el auto en marcha en el medio de la calle – exclamó Viole.
Si realmente hay un lenguaje de lo no dicho, ésa es una clara declaración de que el señor no quiere que pase nada. Pero, Viole asegura que, cuando se conectó al otro día al MSN, él le dijo que le gustaba mucho y que lo había pasado bien. Así y todo, ella se tuvo que bajar rapidito con el auto en marcha. De besos nada.
-No se quejen, yo hice sexo oral en una primera cita por sentirme en deuda- les confesé con un poco de vergüenza, ya que jamás les había contado esto.
Se quedaron mudas.
Salí con un chico, que ya conocía, pero nunca habíamos salidos solos, me llevó a su casa en un country, allí nos peleamos mal, y entonces yo me quise volver a la mía que estaba muuuuuy lejos, él dijo que me llevaría de vuelta.
Al principio ninguno de los hablaba, era una situación muy incómoda. En el viaje me empezó a pedir disculpas, mientras me acariciaba la mano. Yo estaba a mitad de camino entre el enojo y la calentura. El tipo me gustaba, pero era un hijo de puta.
A medida que avanzaban los kilómetros, el clima se iba poniendo más caliente. Me decía cuánto le gustaba, que le perdonase su mal humor. Pensé en todo lo que había manejado y que debía volver, y... fui débil, aunque sabía, cuando cerré la puerta del auto, que jamás lo volvería a ver.
Es el peor recuerdo que tengo de toda mi vida sexual. Me sentí muy mal. Reconozco que fue muchos años atrás, todavía no contaba con mucha experiencia.
Y no en hacer sexo oral, sino en decirle más de una cosa a un tipo. Con el tiempo me volví más dura, y, a veces, un poco sarcástica también.

Por qué, por qué, por qué

Viste cuando lo mirás, y lo mirás, pero el tipo no te gusta. Y vos pensás qué hago acá cenando con él, para qué habré aceptado esta cita a ciegas, si juré y re juré que no tendría ninguna más, mientras lo seguís mirando, buscando algo que te guste, porque es viril, no es un vago ni un hijo de puta, tiene buen aliento, es culto, amable, pero no te gusta. Y entonces empezás a putearte porque por eso estás sola, porque nadie te viene bien, y te parece escuchar todo esto pero de la voz de tu vieja, cuando tenías 25, porque ahora se dio por vencida, y sabe que decirte estas palabras es entrar en terreno peligroso, porque podés deprimirte. Y lo mirás, y lo mirás, analizándolo como para descubrir algo que te guste, pero nada, nada, mierda, no encontrás una señal que haga que empecés a verlo de otra forma, y lo seguís observando sin que se dé cuenta, mientras mantenés el hilo de la conversación, y querés que alguien, tipo Dios o genio de la lámpara de Aladino, por lo menos, oficie un milagro, y pensás que quizás, cuando fuiste al baño, él aprovechó para poner una pócima mágica en el café, como la del hada madrina de Shrek, la 2, y lo bebés hasta el fondo, pero en la borra leíste, no, no me gusta. Y encima se te ocurre pensar cómo cogerías con él, pero no te viene nada a la mente, ni siquiera podés imaginarlo. Y te querés morir, porque no sabés qué carajo te pasa que no te gusta, si no es un hombre para que no te guste, y él se ríe con un chiste que hizo, pero vos no podés porque estás pensando todo esto, y sólo podés sonreir como una boba, mientras pensás que quizás ni se imagine que no te guste, y te sentís peor, porque nada hace sospechar de tu injusto gusto, porque estás ahí como si nada, ni siquiera un gesto que te delate, porque no querés que se dé cuenta, entonces te la agarrás con las feniletilaminas, dopaminas, norepinefrina, oxiticina, neurotransmisores y toda la química del cerebro que hace que uno se enamore, y pensás en el último que te dejó llorando, y sentís que éste no haría esto, pero igual no te gusta, y mientras él paga la cuenta, y te pone el abrigo, te querés morir, pero salís caminando derechita pensando qué corno le vas a decir, porque... porque no te gusta.