Argentina es su amor

Si alguna pensó que ir a un lugar donde se transmiten los partidos del mundial es una buena idea para levantarse un tipo, olvídenlo.
Es que hace tiempo con las chicas pensábamos en buenos sitios para buscar hombres, más allá de la disco, a la que cada vez vamos menos; o los after office, a los que también cada vez vamos menos; las fiestas privadas por mailing, a las que dejamos de ir, porque al final siempre te encontrás con las mismas personas, que ya no te gustaron en la primera. (Mierda, no estamos saliendo nada.)
Ir a cenar cuatro chicas juntas, pretendiendo encontrar a alguien, es casi lo mismo que pretender que el compañero que te toque en un viaje de avión, sea el hombre de tu vida.
Quizás sea una pretensión un tanto romántica. Pero, la hermana de una amiga encontró a su marido en un vuelo. Claro, que ella era azafata, y creo que esto aporta varios bonus track a la cosa. Las opciones se van acabando.
Mona una vez sugirió que ir al súper un domingo a la tarde puede ser buena idea, pero cuando la puse en práctica, sólo encontré matrimonios con niños, viejitos tomados de la mano, que siempre me arrancan una lágrima, y alguna que otra señora protestando por los precios. Hombres solos, ni uno. Mejor dicho, hombres sólos solos. Sin el anillo que evidencia por lo menos a primera vista su condición marital. Quizás el error radique en el día, y no en el sitio.
Y por último nos quedaba, ir a un bar a ver el partido de Argentina. Mala elección. Pues, si hay algo que un hombre argentino ama casi tanto como a su vieja (ya lo dije), es a su equipo de fútbol y luego a la selección. El conjunto de once jugadores que mágicamente quiebra la división entre hinchas. Con ella uno de River, uno de Boca, Racing o Independiente se igualan. Y si hace un gol el seleccionado, un cuervo puede abrazarse a un bostero, sin ningún prejuicio. Allí todos tiran por la blanquiceleste.
Y nadie miraría a la mejor mina, aún en bolas, aún con escote con dos pelotas número 5, porque la única pelota que les importa es la que está rodando en la cancha, y la única mina que les importa es la que se llama Argentina.
Hasta si es tu novio, le podés decir "mi amor te engañe con el mecánico de tu auto, ese morocho súper musculoso", que él seguro te dirá shhhhh.... y seguirá hipnotizado viendo el juego.
Quizás se pueda llegar a pensar, bueno... el partido dura dos tiempos de 45 minutos, y después todos esos hombres repletos de testosterona, en un cóctel mortal con la adrenalina que le dio el gol del contrario, cuando termine la contienda nos van a dar bola.
Tampoco. Porque después viene el debate, la crítica, el comentario de los goles, las puteadas por los cambios, o por las jugadas, o simplemente quedarse viendo embobados a los comentaristas (masculinos) que más que nunca pululan por la tele.
Habrá que esperar a que esta fiebre pase, a que se calmen, y a rogar que la Argentina salga campeón, para que no se les baje la moral.
No
se
les
b
a
j
e.

Nota: ya lo sé Armando Esteban este post fue publicado en 2006, pero les juró que es tan actual como en ese año, ¿ o no chicas? Prometo nuevitos en breve, y qué siga ganando Argentina.