El jeropa online

Tengo una especial aversión por las camaritas Web. Porque más allá de ser lindo o feo, siempre se sale mal. Ese delay , esa figura que se mueve torpemente… No me gusta, ni me va a gustar por más que surjan modelos súper espectaculares. Bueno, tampoco me gusta como salgo en las fotos. Debe ser una extensión de lo mismo. Pero, este post no tiene que ver con las bondades o no de la cámara, sino con lo que genera en algunos hombres, que sin ella serían totalmente diferentes. Es como que la camarita enciende el gen “jeropa”, o para decirlo con propiedad: el gen onanista. A veces prender la cámara, o aceptar el pedido de video llamada de parte de un señor del chat es un camino de ida hacia el reino de Onán. ¡Ay, no soporto a los pajeros del ciberespacio! Me dan la misma sensación de los exhibicionistas que me cruzaba cuando iba caminando a la escuela. Tocándose enérgicamente frente a las chicas, que lo único que podíamos hacer era correr sin mirar. Algo parecido me pasa con los que están acechando cualquier situación en el chat, para practicar su onanismo virtual. Claro, que por suerte esta vez no tengo que correr. Hay una especie de chateador que sólo quiere llegar al momento en que una conversación cambia de rumbo. O él se encarga de cambiarle el rumbo hacia el terreno sexual, hable de lo que se hable. Ya sea del clima, del accidente en que murieron varios, de la subida del precio del atún, o del Tsunami de Japón, él se las rebusca para que la palabra “sexo” aparezca en la conversación. Y si se le da pie, todo termina con su erección, o supuesta erección, que obviamente describe y explica con lujo de detalles. A mí me encanta romperle la trama que va directa a su mente pajera, con preguntas que aniquilan el clima, es decir… hacerme la pelotuda, como que no caigo en esa red de pasadizos secretos, en los que él quiere conducirme. Y seguir como si no me dijera nada de contenido erótico. Ya lo veo venir, y me preparo. No siempre arranca con la pregunta clásica, la que abre el catálago libidinoso: ”¿qué tenés puesto?”. Aunque, por lo general, su dialéctica suele ser bastante primaria. A una pregunta básica tal “ ¿cómo fue tu día?”, la respuesta puede ser: “ bien pero me falta el sexo, bien pero poco sexo, con sexo estaría mejor”. Si le habilitás la cámara, en tres segundos te pide que quiere ver piel, o porque no te sacas esto o lo otro. A una afirmación, como “me gustaría verte desnuda”, la repuesta puede ser, “che, cómo salió Boca hoy”. Pero, no se crean que esto alcanza, él siempre retoma, es un remador incansable dentro del río Sexo. Para él el dicho sería: “todos los caminos conducen al sexo”. Me di cuenta de que cuánto más aburrido, controlado, o atado, o bien todo eso junto, esté un hombre en una relación, si chatea con una mujer - que no sea la suya, claro- se convierte en el pajero más grande del universo. ¿Será que tiene sólo ese espacio para descargar su libido, o será que necesita recargarla para luego cumplir con sus funciones de amante esposo/novio? Respuestas que a esta altura, ni me interesa responder porque cuando un hombre entra por motu propio en la categoría de “pajerto” sale para siempre de mis contactos. Muerte virtual. Y juro que jamás se me ocurre resucitarlos. *

Promesa piadosa

Hice una promesa que no sé si voy a poder cumplir. No creo que me anime a cumplirla. Es más, no la voy a cumplir. ¿Por qué la hice? Por dos razones. Una porque sería muy puta mala suerte que ocurriese el hecho que tiene que ocurrir para que la cumpla, y otra porque era la única forma de calmar a una loca perseguida por las circunstancias. Puede que me equivoque, y Dios quiera que no, porque sino me vería envuelta en una historia con ribetes policiales.
Tengo una amiga (no puedo revelar su nombre) que está saliendo con un tipo casado. Nada raro (no tengo una sola que está en esa), pero resulta que a este tipo le agarró un problemita cardíaco, nada grave, no llegó a ser ni un preinfarto. Hoy vino mi amiga muy preocupada con algo que le ronda por la cabeza desde que surgió esto. Ella es un poco loca, pero hoy estaba como en el extremo de su locura, ya un paso de la internación. Lo juro.
-Mali plis, plis, juráme que me vas a ayudar si le pasa algo a … (acá iría el nombre del tipo que obviamente no voy a poner) en mi casa. Imaginate si estamos cogiendo se le para el bobo, como le pasó a Liz Solari, imagínate el quilombo que se arma.
-No seas exagerada, cómo le va a pasar eso.
-Le puede pasar, ¿por qué no?
Me quedé callada porque la verdad no sabía qué contestarle. Como pasar le podía pasar, todo puede pasar, quién es dueño del destino, o de evitar el destino. No sé últimamente trato de no pensar en el destino. Me tiene un poco podrida el hecho de pensar que está todo en manos de otro, vaya a saber con qué grado de locura. Pero, en ese momento, corté mis reflexiones existencialistas y luego de mi silencio le contesté.
-No va a pasar quedáte tranquila- para qué seguir cargando las tintas de una mina, que encima se persigue con la muerte de su amante en su cama.
-Ojalá nunca pase, pero si pasa, vos tenés que prometerme algo…
Acá justamente acá es cuando empieza el policial, una novela que no quisiera escribir nunca, por lo bizarra, por lo asquerosa, y por lo nefasta que puede llegar a ser. La verdad cuándo le pregunté qué tenía que prometerle nunca imaginé lo que me pediría.
-Si el tipo se muere en mi cama, tenés que ayudarme a llevarlo al sillón del living, yo le lavo con lavandina el coso… ya sabés … para que no dé nada que tuvo relaciones, lo vestimos entre las dos, y nada cuando viene la policía decimos que estábamos los tres hablando, que somos amigos y que al tipo le agarró un ataque, que sé yo… ¿Es creíble no?
Me imaginé en esas recreaciones de CSI, arrastrando al tipo, que encima es alto y corpulento entre las dos al sillón del living. Una imagen no solo horrenda sino casi imposible, si no puedo correr ni siquiera un poco mi cama cuando tengo que hacerla.
-Uf, sí muy creíble, pero vos estás en ¡peeeeeeeeedooooooo! Decime qué tomaste ya, ¿te fumaste un cañón? Si se te muere en la cama, llamás al 911 y listo. Si vos no lo mataste, qué problema podés tener. Mirá lo que hizo Liz, salió gritando como loca, hacé lo mismo.
-No, no, no quiero que la mujer se entere que salgo con él.
-Pero, si para esa altura va a ser viuda, qué carajo le puede importar más que se le murió el marido. Qué te puede hacer, si al tipo se lo llevan al hospital, ni te tenés que cruzar con la mina. Y si te cruzás hacete cargo, locaaaa- y este loca valía casi por mil.
-Ah, qué fácil que ves todo vos. Sí, sí y la mina se va a quedar tan tranquila... Mali, por favor prométeme que me vas a ayudar no puedo vivir con esta incertidumbre, me voy a volver loca.
-Estás del tomate, nena. Digo, como al pasar, por qué no lo dejás al tipo y listo, búscate uno que traiga un electro de fuerza en perfectas condiciones.
-Es que estoy enamorada, lo amo Mali. Vos sabés que lo amo, lo amo...- y el último amo, lo remató con lágrimas.
Ya saben cómo terminó todo. Después de dos horas que me quemó la cabeza, hablándome del rigor mortis y qué se yo, terminé diciéndole que sí a esta loca de mierda para que se fuera de mi casa ya. Obvio, que espero que el infiel señor tenga el decoro por lo menos de morirse en la cama de su esposa, sería una obra de bien dentro de tanta mentira.