Sinceridad tardía

Cuando las cosas parecen que vienen bien, que todo marcha sobre ruedas. Y la vida me sonríe con su mejor sonrisa, sin caries o dentadura postiza. Cuando él es acorde a mis necesidades, a mis ilusiones, y se convierte en mi "pichicuchi". Y nada hace sospechar que pueda surgir algo malo en la relación.
Cuando estoy tan tranquila, y descanso en esa especie de limbo, que es estar enamorada. Cuando todo parece tan bonito, como en las películas de amor, sobreviene la frase que me pone los pelos de punta, y hace que tiemble como si hiciera -20ºC, aún con 40ºC a la sombra.
En esa paz monacal, excepto por el voto de castidad, él con cara circunspecta, serio, muy serio, extremadamente serio, mirándome a los ojos dice:
- Quiero ser completamente sincero con vos...- y termina, no con un punto y aparte, sino con un suspiro, bien prolongado.
Así, sin más. Tras lo cual, se queda haciendo un silencio, que me parece una eternidad, como si en ese instante se hubieran cerrado las aguas del Mar Rojo, conmigo en el medio. O, como si estuviera en una playa asiática, y una ola de 30 metros provocada por un tsunami, se me viniera encima.
Luego de esa abrumadora frase, previa a una confesión, es cuando sucede lo peor.
Siempre, que alguien pronunció esas malditas palabras, no al segundo o tercer día de la relación, quizás al mes, a los dos meses, o tres, se vino el caos, porque no trae nada bueno. Si es al año, estás en la parrilla con los chinchulines y los chorizos.
Esta "sinceridad con delay", en realidad oculta algo, que en ese preciso instante deja de ser oculto.
Y entonces, aparece un matrimonio no disuelto, sino muy vivito y coleando, y quizás culeando también (aunque siempre para él se lleven muy mal); una internación en un psiquiátrico, del que sale para visitarte; una historia de identidad encubierta por narcotraficante arrepentido, una minoría de edad (con mirás a que te acusen de estupro), no sé… cualquier motivo que hace que esa verdad se convierta en un descubrimiento desastroso.
Y en ese preciso instante, en que caigo cual huevo al piso, es cuando empiezo a pensar que la sinceridad es un valor que a veces duele.

Publicado 2006