Desde chiquita odié las fiestas, las navideñas, las de fin de año, mis cumpleaños, en fin... toda actividad festiva. Para mis cumpleaños no quería que corten la torta, vaya a saber por qué... quizás un espirítu super egoísta, o un deseo de que esa torta permaneza así por siempre como un estandarte de que los años nos transcurriesen, bueno eso lo pienso ahora, porque a los tres años no creo que hubiera tenido esos pensamientos.
Pero la cuestión que las fiestas no me gustan, para nada es como un tránsito que debo pasar y bueno a lo hecho pecho, las paso, y listo, sin anestesia y cada vez con menos dolor.
Recuerdo un principio de año, en que las 12 campanadas me pescaron leyendo "Mi planta de naranja lima"-el libro más lácrimogeno que leí-, justo en la peor parte a lágrima viva, mi mamá me rescató para que brinde con toda mi gran familia en medio de un llanto ahogado, y todos decían: ¡Cómo se emociona la nena!
Parezco una amargada, pero no lo soy, tomo mi copa y la levanto para brindar, porque sé que pasan, todo pasa...y sólo ahora vendrá Fin de Año, Año Nuevo, Reyes.... un poco de respiro por favor!!!
Ah! en mi cumpleaños no hay más tortas...
1 comentario:
Me pregunto que pasaba por tu mente cuando empezaste a escribir en la interne, quizas mas adelante hagas referencia, pasa que recien estoy en el 2004!
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