Mi playita

La playita Las Lapas queda cerca del piso de mis tíos. Justo abajo de la Torre de Hércules, el faro más antiguo del mundo. La torre está encima de un monte, no muy alto, ni debe llegar a los 100 metros, pero desde allí en ese punto estratégico ilumina el mar por las noches hace miles de años.
La miro y la veo tan imponente en su estilo romano, con sus ventanas pequeñas y rectangulares, con sus paredes perfectamente alineadas y sus trabajos en relieve también geométricos, que me inspira respeto por todos los siglos que estuvo allí de pie firme sin caerse, sin inclinarse como otros monumentos y soportando los vientos que aquí azotan casi sin parar todos los días.
De todas las historias que escuché acerca de la Torre de Hércules, símbolo de esta ciudad, A Coruña, la que me más me gusta es la que dice que en estas tierras existía un gigante llamado Gerión que tenía aterrorizados a todos sus habitantes. Para salvarlos acude en su ayuda Hércules, hijo del dios Zeus, que se enfrenta al gigante durante tres largos días. Tras una dura lucha, Hércules vence y mata a Gerión, le corta la cabeza y sobre ella manda construir una torre conmemorando su victoria.
Siempre que miro la torre me imagino la cabeza de Gerión debajo de ella, como si algún día por algún mágico conjuro pudiera subir los escalones de los casi 5 pisos de altura y se posase como un adorno en la punta del faro.
Al pie de este monte se abre como una "u" al mar, mi playita, porque desde que llegué la adopté y quiero llevármela puesta en mi alma. Está como abierta de un mordisco en la montaña rocosa, las rocas parecen cubrirse de una cabellera verde por arriba que se va perdiendo hasta que aparecen totalmente desnudas para descansar en la arena.
El mar entra en esa boca amarilla para lamerla una y otra vez, así delimitado por las paredes de las rocas, como si tuviera permiso para eso y para nada más. Su color es bien azul. Desde arriba se ve como un gran mapa azul, celeste, verde, turquesa y una cuerda la atraviesa de punta a punta, de roca a roca, porque los pescadores la ponen para colgar de ella sus líneas de pesca.
Las gaviotas vuelan en el cielo azul, tan cerca del sol que parece que lo van a tocar. Planean tan plácidamente que me paso horas conectada con su vuelo, con su dejarse llevar como si quisiera ser yo una de ellas y dejarme llevar y no luchar contra los acontecimientos, con las cosas de mi vida, ser como ellas para descubrir los vientos buenos y así abrir mis alas y flotar, flotar, volar con las alas abiertas sin hacer el mínimo movimiento.
Una de las primeras veces que vine comencé a caminar por la orilla tratando de que el agua no moje mis pies, y empecé a ver unos especies de conos que eran como caracoles, los junte para acrecentar mi colección de caracoles marinos, eran muy extraños para mí, con colores que iban del ocre al verde, más grandes, más pequeños, me gustaban esas especies de sombreritos playeros. Luego mis tíos me dijeron que esas conchas cónicas eran las lapas, unos moluscos que se alimentaban de las algas que cubrían las rocas en la bajamar. Había descubierto el origen del nombre de mi playa.
Esta es la última semana que me quedaré en España y hoy cuando subí de mi playa miré todo como para guardarlo para siempre en mis retinas, sé que esto es imposible si no saco algunas fotos. Desde el paseo marítimo ya no se ve la playita, el mordisco se ha metido para adentro, sólo veo un camino que serpentea y se pierde entre dos árboles pero yo sé que allí abajo está, que nada hará que mi playita cambie, que las lapas estarán allí como hace miles de años, allí debajo de esa torre que si fueran muchos más grandes servirían de sombrerito playero para la cabeza de Gerión.

10 comentarios:

{.:M:.} dijo...

Es tan lindo lo que has escrito Mali, que no se que decir... me trajiste el olor a mar y el ruido de las olas... incluso la sensación de estar con la caracola en la mano, junto al oído, escuchando por partida doble el canto del mar...
Bezoz.

MALiZiA dijo...

Bueno Tuga, hay palabras que significan varias cosas pero para mi las lapas son esas especies de conchas marinas, claro que si pensamos en conchas y en el kamasutra alguna relación hay....

María, me alegro que mis palabras te hayan llevado muy junto al mar.
Besos

Anónimo dijo...

Malizia: que bueno que estes viviendo unos de esos momentos que te llenan el alma!
Besos con caracoles :-)

microcosmos dijo...

leer esto fue como salir de vacaciones anticipadamente. se agradece.

Leona catalana dijo...

Pero tendrias que venir en verano, que ahora hace un frio que pela. Parece mentira que en America no conozcan las lapas. Aquí se pegan como lapas.

Garrobito Alado dijo...

Nada mas bonito que adopat un lugar!! Yo tambien lo hago.. adopto lugares, personas, cuentas bancarias.. jejejje
Suerte, a disfrutar los ultimos dias de vacaciones y a cargar las pilas!!
Nunca te preguntaste que habia detras de la curva del camino aquel???

MALiZiA dijo...

Si, Valdivieso tengo que ir en verano,
Garrobo, me gusta eso de adoptar lugares, siempre queda algo en nosotros, no? Nunca me lo pregunté...
Besos,

Anónimo dijo...

Canto humildemente a la mujer que está sola y espera…
Espera que el hombre vuelva su rostro hacia ella.
Canto a la “percanta que amuró en lo mejor de la vida”,
a la prostituta que apoyada en sus tacones torcidos espera…
Espera que una mano la acaricie sin sexo.
Canto a la mujer médica que eligió el camino del dolor ajeno, para intentar
trocar muerte por vida y espera…
Espera que el hombre, cuando ella vuelva la espere con una taza
humeante y un silencio expectante.
Canto a la mujer que siente como su corazón se seca día a día por falta de
ternura y espera…
Espera inútilmente al príncipe azul que no fue.
Canto a la ciruja, que no tuvo nunca nada, que ni siquiera tiene abrigo para
el frío del invierno mientras espera…
Espera revolviendo con sus manos gruesas la basura, como buscando sueños
donde solo hay mugre.
Canto a la mujer estéril, que desanda sus noches por una escalera de
lágrimas mientras espera…
Espera encontrar en las estrellas el brillo de dos ojitos que la miran desde el vacío de la eternidad.
Canto a la mujer madre que sentada en un rincón del patio,
ve elevarse la sonrisa de sus hijos como globos de colores mientras espera…
Espera un mundo en paz para este siglo que comienza.
Canto a la niña en la calle que sola y perdida deambula con su manita
estirada en una súplica muda, mientras espera…
Espera?… Un castillo de ilusiones rotas.
Canto a la maestra que con paciencia infinita dirige los torpes deditos de una
pequeña mano en sus primeros intentos, mientras espera…
Espera el milagro de un mundo de letras, de música y sonido con ecos.
Canto a mi madre que en su intuitiva sabiduría me enseñó a valorar la
sencillez de las cosas.
Canto a mis hijas a quienes quisiera legarles todas las sonrisas.
Canto a la mujer artista que escribe, pinta, compone, modela y espera…
Espera con las manos abiertas la belleza ulterior de las cosas.
Canto al ama de casa que en su condición de objeto aun espera…
Espera el milagro de cada día con la inocencia prístina de un rayo de sol en una gota de rocío.
Canto a la mujer ancestral, que elevándose a través de los siglos protege la vida como milagro divino.
Canto humildemente a la mujer anciana, la de los ojos húmedos y transparentes,
la que sentada en el atardecer espera…
Espera la ternura, la palabra y no el olvido.

ANA MARÍA ZANCADA

Anónimo dijo...

ojalá uno pudiera llevarse algo de cada lugar que visita. si fuera así, yo recurriría a varios rincones que me llenaron de inmensidad.

Anónimo dijo...

Hola, Malizía, buenas tardes... soy Alfredo, de musicayvino.com.
Leí tu entrada sobre las lapas de la playa que está debajo de la Torre de Hércules, en La Coruña.
Que sepas que yo soy de allí y de allí quiero seguir siendo en cuerpo y alma.
Las lapas, como tu muy bien dices, son unos moluscos que se alimentan de muchas cosas y entre ellas, algas.
Esa playa no la conozco pero yo también tengo "mis" propias playas en Galicia, algunas tan solitarias que puedo pasarme el día a solas, desnudo, con la única compañía de alguna gaviota o de un pequeño barco de pesca que pase a unos metros de mi... así es y así ojalá perdure algunas partes de mi Galicia.
Un abrazo y un beso desde la distancia,
Alfredo