Embarazo utópico
Era una tortura china. Psicóloga de por medio, que decía no y no, no es bueno para vos; y amigas que habían probado y decían que no servía para nada. Después de ponerme quinientas razones para no llamarlo, lo llamé.
- Quiero devolverte tu CD.
Silencio del otro lado, silencio que duró lo que dura no pensar en consecuencias. Dijo, sí.
A la noche sería el encuentro.
Nos encontramos en una cafetería y el impacto fue instantáneo. Las chispas salían por todos lados. Electricidad estática. Química perfecta. ¿Él también se había mantenido virgen de otras mujeres? ¿Se había guardado para mí? ¿O nadie le había dado bolilla en estos meses? ¿Me amaba todavía?
Se notaba tan inclinado hacia mí, literalmente, pues se había levantado de su silla y por sobre la mesa me estaba besando. Disfrutaba sus besos y cerraba mis ojos como para volar sin alas. La verdad que yo también ardía por él como Juana de Arco en la hoguera. A ella la guiaba una causa más justa para arder.
Habíamos resucitado lo que nosotros mismos habíamos matado y enterrado bien. Y me había olvidado en unos segundos los motivos por los cuales él había dejado de ser mi pareja. Él era mi ex. Y los motivos no habían sido falta de pasión.
¿Qué autodestrucción me llevó a gestarlo? Sólo el deseo no contenido -hacía más de tres meses que no tenía sexo con nadie- o la necesidad de volver a sentir su pasión, o la idea de qué mejor que alguien conocido, no tengo ganas de probar algo nuevo.
¿Cuesta tanto aceptar la muerte de una relación que tratamos de resucitarla cómo sea?
A todos los motivos agréguese, una dosis de egocentrismo y ganas de escuchar: sos la mejor, con vos el sexo es diferente, y bla, bla, bla. Escuchar lo que quiero oír, porque él ya sabe lo que quiero oír, después de todo él está entrenado. Estuvimos un año juntos.
Del café a mi departamento. Así apurados, sacándonos la ropa como si fuera lo último que hiciéramos en la vida. Arrojando todo por el camino hacia el cuarto, un camino marcado por la pasión. Su camisa, mi corpiño, su calzoncillo, mi bombacha. ¡Guauuu! Todo resultó tan bueno, que en el mismo instante que terminó se pudrió. Yo ya estaba pensando si estaría con otra, y él me decía que no soportaría que yo estuviera con alguien, que no quería preguntar, que no se lo dijera. Y de nuevo sexo, y de nuevo todo mal.
Nos despedimos diciéndonos cuánto nos queríamos, y cuídate mucho. Bye, bye. Un gusto asqueroso me había quedado en la boca, y no era por lo que habíamos hecho. No, venía de..., no sé de dónde, del país de los ex, de las camas compartidas con él que ya no es tu novio y no querés que sea. La utopía de creer que las cosas podrían funcionar cuando ya se sabe que no.
Reconocí mi error con algunas amigas, a otras no les conté jamás. Me avergonzaba decirlo, me quedé una semana con algo en el estómago, una sensación horrible, nauseas de embarazo. Estaba embaraza del error de volver a acostarme con él.
En la siguiente sesión aguanté la cara de mi psicóloga, cuya mirada era por demás intimidatoria. Un ex es un ex, nunca lo debí olvidar.
Alguien dijo que las lágrimas son la última sonrisa del amor. Yo le regalaba mi última sonrisa a ese amor mientras escuchaba el CD que me olvidé de darle aquella noche.
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3 comentarios:
See, es una gran cagada, pasa que ya no es parte de tu vida, se quiere una cosa pero ya no y alto quilombo!.
Hola Malizia...hace un tiempo, revolviendo internet en busca de la esencia femenina, me encontré con tu blog...después de leer un par de líneas pensé: esto es un tango amargo...así que no le dedique mas tiempo que el que lleva encontrar el botón de salida.
Volví hoy a entrar recomendado por una amiga...y debo reconocer que empiezo a sentir curiosidad....
Me sentí identificada... como si me describieras.
Ya te estás acomodando en la lista de links de los blogs que visito a diario.
Tu dire la encontre en twitter y la verdad es que estoy fascinada.
Me encanta!
Felicitaciones.
zoca
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