De confusiones y amor

Cualquiera que haya dicho alguna vez “estoy confundido” a una pareja sabe que la frase es una completa paradoja. Nunca se está menos confundido que cuando se dice estarlo. El sólo pronunciar estas palabras le pone fecha de vencimiento a la relación. Es cuando se comprende que nada volverá a ser igual, que todo acabó, y muy probablemente se huela la presencia de una tercera (o tercero) en discordia.
No se tome como regla, pero, dadas mis investigaciones empíricas, las mujeres suelen separarse sin otro en el medio; mientras que en los hombres es más frecuente que cuando cambian el modelo, ya tengan un 0 km comprado en la concesionaria.
Más allá de que exista un repuesto pululando o no detrás de una puerta, realmente es difícil tomar la decisión de separarse. Hace un tiempo leí un reportaje que le hacía Roberto Pettinato a Maitena donde ella opinaba que una mujer tarda aproximadamente un año y medio para separarse luego de haberse dado cuenta de que éso era lo que quería hacer.
Por eso el "estoy confundido", la mayoría de las veces que es pronunciado, oficia de antesala de una ruptura. La concebida frasecita nunca viene sola a la fiesta, por lo general trae como acompañante un “tomémonos un tiempo”. Siempre tomarme un tiempo me pareció pelotudo, inmaduro y por sobre todo: cobarde.
Ese lapso en realidad es como un sedante, como aplicar un goteo de Rivotril al sentimiento. Esperar que el dolorangustiadesasosiego se diluya en los días que dure la separación con la secreta esperanza de que el golpe duela menos.
Es un período donde se dilata el momento de decir “no quiero estar más con vos”, que debió reemplazar al “estoy confundido”, y que si bien puede sonar a un disparo directo al corazón, siempre se agradece una muerte rápida y no una larga agonía.
Más allá de la paradoja, el concepto de confusión pasa por otro lugar. La frase mencionada encierra en sí misma una verdad. Porque la confusión está, existe, late, corroe, atormenta y aleja, y por lo general se da con personas que consideramos buenas.
La confusión no está en esa decisión interna e íntima de que la relación no va más, sino en el terrible cuestionamiento que nos inquieta hasta dejarnos pataleando en el desconcierto: ¿no nos estaremos equivocando al dejarlo? Y si con el tiempo nos damos cuenta de lo maravillosos que son, y tal vez cuando quérramos volver, perdiste alpiste no nos den más bola, o tal vez esten felices y contentos con otra u otro.
Qué difícil es salir de la confusión, qué difícil es no saber si se ama, si se quiere o se tiene mucho afecto, y como se tiene tanto afecto no se quiere lastimar al otro, y como no se quiere lastimar al otro no se le dice que uno no sabe si lo ama, lo quiere o le tiene afecto, mucho. Es un trabalenguas sentimental. La mayoría de las veces este trabalenguas tiene una elipsis en el "no me pasa nada, son ideas tuyas".
Qué difícil es tratar de viajar al futuro para ver las consecuencias de nuestros actos, qué difícil es descubrir y aceptar que cuando el amor muere no hay vuelta atrás, aunque el otro sea un remanso de bondad.
La verdad, estoy confundida.

Una novia errante

Cuántas veces me sentí errante, no en un balneario fuera de temporada, sino dentro de mi ser. Cuántas veces marqué un número de teléfono, cuántas veces corté y volví a llamar a los tres minutos, cuántas veces dije bueno está bien, y al segundo volví a marcar los números que tenía guardados en mi cabeza para decir con furia, vos qué te crees. Cuántas veces me sentí perdida, abandonada, destrozada en mi propio sufrimiento por una pérdida amorosa, pensando que jamás me iba a recuperar.
Mientras iba viendo la privada de la película Una novia errante, el segundo largometraje de Ana Katz cada escena marcaba algo que había hecho una y mil veces, y me arrancaba una sonrisa, porque ahora a la distancia suena hasta gracioso pensar en todas esas locuras que se hacen en plena etapa de enamoramiento doloroso.
La historia que cuenta el film comienza cuando la protagonista se baja de un micro, en el que viajaba con su novio. Viajaba y discutía, porque en realidad ésas son las dos acciones de las primeras escenas. Ella se baja y él no. Se podría decir que esta historia comienza con un final. Habían planeado festejar un aniversario en Mar de las Pampas, un balneario que fuera de época luce casi deshabitado. Desde ese quiebre es cuando la novia empieza a deambular, transcurrir los días en soledad, buscando respuestas que no llegan, o que si llegan no quiere ver, conociendo personas, y por supuesto, en todo esto la figura del novio (interpretado por Daniel Hendler su pareja en la vida real) que paradójicamente se hace más presente al no estarlo. En ese juego de ausencia-presencia del objeto amado.
El teléfono es un personaje silencioso de la película, y tiene un protagonismo que a más de una le hará verse reflejada en la pantalla. Las escenas en el locutorio del pueblo son de un realismo cruel. Llamo, hablo, corto, vuelvo a marcar, hablo, corto, marco, es una cadena que a veces parece no tener final.
La historia está contada casi como con una cámara oculta muy respetuosa. Mostrando momentos privados, aquellas cosas de las que nos sentimos avergonzados, como llamar a horas loquísimas o meterse en su email o en su contestador para borrarle todos los mensajes que le lleguen. Esos actos bochornosos cuyo relato posterior sólo está permitido a las personas del más estricto círculo íntimo. Aunque, muy a menudo ni siquiera a ellos se los contamos, los guardamos dentro del cajoncito de actos de amor desquiciados.
Mañana, 25 de mayo Una novia errante estará compitiendo en la sección oficial Un Certain Régard (Una cierta mirada) del Festival de Cine de Cannes. Es el único largometraje argentino y el último en competir en esas instancias, por eso el día después ya se sabrá si ganó o no. Aunque ya es un premio estar allí.
Habrá que esperar hasta el 7 de Junio para verla en las salas porteñas. Fue hecha en coproducción con Flehner Films y al ganar el premio del Festival de San Sebastián, Cine en Construcción, la post producción se hizo con empresas españolas, por lo que terminó siendo una coproducción con el país ibérico.
Ana logró contar una historia chiquita pero que se hace gigante, pues relata una situación que toca, no me atrevo a decir todos, pero sí a la gran mayoría. La del vacío no sólo físico que deja una separación, pues la otra persona ya no está más a nuestro lado; un vacío que se convierte en una cuestión existencial.

Up date: el premio Una Cierta Mirada fue atribuido a la película California dreamin, del director rumano Cristian Nemescu, fallecido en agosto pasado, a los 27 años. Nemescu y su ingeniero de sonido Andrei Toncu murieron el 24 de agosto pasado en un accidente automovilístico.

Imaginación encendida

a J. C.

Sé que voy a sonar anticuada, y poco me importa, pero no me gusta chatear. Aunque reconozco que la inmediatez del Chat le da otro sabor a la comunicación virtual, no me gusta por varios motivos. Uno es que tanto como hablo escribo: mucho. Entonces por lo general me cuelgo en largas frases a las que el otro me responde con un ah, ja, ok, o pone algún muñequito que me sonríe, se ruboriza y o tira besitos.
Agreguése a esto que mi ansiedad hace que no espere la contestación y siga con mis extensas oraciones, o sea un diálogo de locos. La loca vendría a ser yo.
Por último también me cuesta despedirme y se hace interminable el final, donde un simple chau, se convierte en un diálogo de monosílabos de despedida que dura media hora. Soy un desastre, lo reconozco.
A pesar de todo esto, y venciendo mis pruritos hacia este medio de comunicación, últimamente estoy chateando, de vez en cuando, con un amigo que vive en las Islas Canarias.
Hemisferio norte, hemisferio sur. O él se está por ir a la cama y yo recién llego del trabajo, o yo estoy con mi taza del desayuno y él con su almuerzo, o lo que es peor: él está muerto de hambre o de sueño y yo dándole charla. A pesar de estas vicisitudes por estar en hemisferios opuestos me gusta chatear con él. Y se ve que él a pesar de que su estómago le debe estar dando otras indicaciones todavía no me borro de la lista de contactos.
Ayer en medio de una charla me envío un enorme beso rojo con zumbido. Y me preguntó si había sonado. Como tenía desconectados los parlantes, le respondí:
-No tengo prendido el audio, pero si la imaginación.
-Registra esa frase, es genial- me contestó.
No sé cuál es la dirección de registro de frases geniales, y creo que mi amigo es muy benevolente con su calificación. Pero, me quedé pensando.
No con registrarla, sino con eso de tener prendida la imaginación. Cuántas veces vamos con el audio a todo lo que da y con la imaginación apagada. Cuántas veces no podemos ni siquiera imaginar cómo sería esto o aquello, cómo haría esto o aquello, o simplemente dejarla volar sin ningún propósito. Como dice la Rae imaginar es “adornar con imágenes un sitio”.
Es de lo que sufro yo de “imaginatitis” aguda. Me la paso adornando con imágenes las cosas, la vida, los hechos, los sitios. Es como andar colgando guirnaldas de imaginación por aquí y por allí.
Basta que vea un señor en el colectivo con su cabeza gacha para que empiece a tramar un argumento, perdió el trabajo, está por separarse, se le murió su perro, no ganó el Telekino, quiere hacerse un implante de pelo y no tiene plata, infinitas posibilidades.
Me gusta mucho cuando dos personas pasan a mi lado y llego a escuchar sólo una frase que, por estar fuera de un contexto, genera un sin fin de enlaces. Frases caóticas que llenan un universo posible.
Mi imaginación me permite sumergirme en mundos paralelos, y a veces pienso si no los estaré creando al imaginar. Si todas esas historias no empezarán a cobrar vida en algún otro sitio, como en las Ruinas circulares de Borges, ser proyecciones de sueños de otros hombres.
Sería bueno preguntarle a alguno de mis personajes ocasionales acerca de mis suposiciones, pero se rompería el encanto de andar imaginando vidas y circunstancias por allí.
Y prefiero seguir con la imaginación encendida. Ah, la foto es tal cual me imaginé el beso rojo. El sonido pongánselo ustedes.

La guerra del amor

Hay parejas para las que pelear constituye el acto más pleno de amor. Para las que la discusión se convierte en un entramado amoroso difícil de descubrir para los demás, que los escuchan vociferar cuestiones elementales tales como si una mancha sale con agua caliente o fría, o si el nene perdió el diente a los seis o siete años, o si el vino que sirven en la cena lo compraron en Mendoza o en San Juan, todas esas disputas se llevan a cabo como si en esa contienda se jugase el control de algún país. Los demás se quedan callados y observan sin poder actuar en esa coreografía amorosa de la pelea.
Juana y su marido son así. Viven en continuas luchas verbales frente a los demás. Jamás utilizan el insulto o la frase hiriente, pero basta que uno diga una cosa para que el otro inmediatamente la refute. Y ahí empiezan.
Ni hablar si lo que se comparte con ellos es una sesión de juego, tal como un Trivial, o un Teg. Compartir uno de esos partidos es garantía de que el juego no termine, o que dure más de lo previsto. Que estén en el mismo o diferente equipo no agrava o aquilata la cuestión. Una pregunta del tipo: ¿cuál fue el más pequeño de los hermanos Grimm?, puede llevar a que los demás se levanten y busquen bebidas, coman y se olviden de la pregunta hasta que ellos terminen su acalorada discusión.
La verdad jamás puedo llegar a comprender esa especie de lucha en que los que participan se divierten a su manera y los que escuchan se aburren y quieren huir de esa situación irremediablemente. Y no volver a verlos más.
He descubierto que los dos necesitan de esto para estar juntos, que es una forma de fortalecer su amor, de encontrarle un sentido para que la vida no sea la rutina del sí querida/o. Y que es algo común en muchas parejas. Cuando le pregunto a Juana si las cosas van bien con él, me mira como si le hubiera preguntado si todavía era virgen. Si ellos se aman con locura.
Sí, con locura no que queda la menor duda. Son como dos energía negativas que cuando se unen forman una positiva. Menos por menos, igual más.
Una vez tuve una relación con un hombre en la que la discusión siempre traía una reconcilación fogosa entre sábanas. Era casi una rutina como si la pelea fueran los leños que encendían la pasión. Claro, que a la cuarta vez me cansé de ese jueguito enfermizo y le dije: adiós andá a pelearte con otra.
Se ve que Juana tiene sus ejércitos interiores que aman a su marido, o aman pelear con él, y a él le pasa lo mismo. Hace años que están juntos brindado el espectáculo de su amor sentenciado a continuas luchas en las que los dos siempre quieren tener la razón. Y se ve que eso los hace felices.

Que los cumplás...

Llegué a Morelia, el de Palermo cinéfilo, el que nos encanta, pero por gordas no por cool porque adoramos la pizza a la parrilla de ahí, aunque en realidad nadie la pidió ese día. Mona había sido la primera en llegar. Ya estaba sentada leyendo una revista Gente y tenía una Caras sobre la mesa cuando llegué yo.
Amo cuando voy a un lugar y hay una revista de esas que ni gastaría un peso en comprarla, pero que devoro ni bien cae en mi mano. Chismes y más chismes, qué delicia.
El motivo del encuentro de brujildas tenía que ver con el cumple de Mona, nos pareció bueno sentarnos a comer al mediodía antes de ir al laburo, que por cierto debería esperarnos. Así fue, al grupete de las cuatro fantásticas: Mona, Violeta, Loli y yo, se agregó Nat.
Claro que todas fueron llegando más tarde. Por eso cuando me senté, y vino el camarero a preguntarnos si queríamos pedir algo para tomar, las dos quedamos atónitas.
¡Qué bueno que estaba el camarero!
-El mejor regalo de cumpleaños- dijo Mona mientras pasaba las hojas de la Gente sin leer y miraba como ese culito perfecto se iba asomado del delantal negro.
La atracción por el mocete fue unánime, todas nos quedábamos medio pelotudas cuando venía, ya sea a preguntar el pedido, o a traernos las cosas, y creo que lo hacíamos venir más de lo necesario a lo que siempre el acudía con una sonrisa.
Nat, se lo quedaba mirando con una risita entre boba y sugestiva, y los ojos fijos en él. Loli adoptaba una postura similar. Mona, como le gustaba mucho, ni lo miraba.
Ahí empezamos a analizar lo que nos sucede cuando alguien nos gusta mucho. Porque a veces eso no implica que nos tiremos encima del tipo, en ocasiones cuando alguien las enloquece directamente no le hablan, no lo miran, porque si lo hacen se daría cuenta.
Justamente, ¿no sería bueno que se dé cuenta?
Otras se ponen idiotas, y cuando tienen que decir algo le sale la tartamuda, o la frase monosilábica, o una sonrisa de muñequita de peluche, jijiji. Hay muchas que utilizan la agresión, como Violeta, te peleo, te contesto, te agredo, pero me muero por vos, no se puede creer.
Ya lo sé, antes de que lo digan: somos un mensaje contradictorio. Me gustas, pero no lo vas saber a menos que insistas, y no vas a insistir porque no te doy ninguna señal, y lo que menos pensás es que me gustás. ¡¿Cómo no adivinás?!
Lo de Nat era muy gracioso, se quedaba congelada sonriendo mirándolo con sus ojitos verdes tan abiertos.
-No me doy cuenta, juro que no lo hago a propósito- adujo cuando nos matamos de risa luego de que le pidiera el postre con una sonrisa que parecía un Banana Split, relajo dulce y enorme.
Todavía no le habíamos hecho regalo a Mona, y le preguntamos qué quería:
-¡El camarero!- gritó la bruta.
-¿Querés al camarero? Lo vas a tener, vos te mereces eso y mucho más, pero después no arrugués... - le dije levantándome muy decidida y yendo directo hacia él.
Conociéndome las chicas se quedaron mudas.
Me acerqué y estuve hablando un rato con el chico, tenía unos ojos espectaculares, lástima que no era mi cumple, así pedía ese regalito. Mientras conversamos al lado de la barra, mirábamos de vez en cuando hacia la mesa del aquelarre y nos reíamos. Las chicas nos veían de reojo pero se hacían las boluditas, y volvían a la conversación como si nada.
Cuando volví me preguntaron.
-¿Qué hiciste Mali?
-Lo pedís, lo tenés. Tuviste suerte, aceptó. Dijo que ya que era tu onomástico te iba a dar la velita, perdón el velón, para que lo soples. Lo que sería un "oralmástico".
Aunque Mona siempre tiene palabras para contrarrestar cualquier cosa, juro que se quedó muda. No sé si por vergüenza, o lujuria, pensando todo lo que haría en ese cumpleaños.
No me queda duda que lo hubiera masticado, lástima que todo se esfumó cuando el camarero apareció con una torta, eso sí con un velón hermoso, y todas le cantamos el happy birthday to you.
Odió el momento, se puso colorada, bochorno total, pero como una reina apagó la velita, como corresponde pensó tres deseos (uno ya sabemos cuál fue) y puteó cuando se dio cuenta de que lo que estaba hablando con el chico era el arreglo de toda esta coreografía humillante del cumpleaños feliz.
-Todo no se puede, pensá en otro regalito que se pueda comprar en un shopping- le dije mientras le besaba con amor el cachete.
Su respuesta fue irreproducible. El bombón sigue atendiendo mesas.

Pic: Marilyn Monroe en su 30 cumpleaños, el 1º de Junio de 1956.

La gurú no puede

Muy a mi pesar, me he convertido en una especie de gurú seximental para mis amigos. Ya no se sorprenden de las barbaridades que digo, que son muchas y variadas. El otro día me preguntaron en plena reunión de cumpleaños si todas mis citas a ciegas habían sido un desastre. Fue cuando recordé una que había sido un éxito, una atracción fatal, pero en la cual justo estaba en mi período menstrual, situación que abortó todo intento de sexo. “Ella es tan sutil para contar las cosas”, dijo un amigo cuando terminé de narrar al detalle esa experiencia frustrante. Lo bueno es que mi sutileza no le impidió comer la torta de chocolate.
No sólo no se asustan de mi inhibición al hablar de sexo, sino que recurren con consultas del ámbito amoroso a mí. En cualquier momento me pongo un stand en alguna feria, como esos que tiran el tarot en la Recoleta. Miss Malizia le aliviva sus males del corazón. Unión de parejas en menos de 24 horas.
No sé por qué recurren a mí. No me canso de decirles: no les parece que si supiera tanto me tendría que ir mejor (lo del cuarto es un work in progress), pero bueno como bien dicen: en casa de herrero cuchillo de palo, siempre uno da buenos consejos o ideas para los demás, que luego jamás emplea o que si las emplea le va para el culo.
También sospecho que me llaman por otra cuestión, es que soy amplia a la hora de dar libertades. Digamos soy la amiga que te va a dar permiso para abrir la puertita para ir a jugar. No soy ni la castradora, ni la que te juzga, ni la que te corta la inspiración. ¡Vamos para adelante! Porque siempre apunto a que las personas hagan las cosas que sientan, nada de reprimirse o jugar en el área donde el ego gobierna.
Si me llaman y me dicen: ¿tengo sexo en la primera cita? Mi respuesta es: no sé pero por las dudas depiláte y lleva forros en la cartera. Si me cuentan que un chico mucho menor quiere salir con ella, le dijo: ¡Qué suerte! ¿Dónde lo encontraste? Aclarándole que menos de 18 es estupro. Si me preguntan, le digo que lo engañé. Le hago jurar sobre la Cosmopolitan, que jamás lo harán. Y si me dicen, que tienen una primera cita, la máxima: no le hablés de tu ex y no preguntes de la de él. Porque quizás no sea ni más fea, ni más gorda, ni menos inteligente, ni menos simpática que vos, y tal vez lo siga llamando de vez en cuando. A las ex mejor dejarlas en el universo de la dimensión desconocida. Cuánto más desconocida mejor.
Otras de las cuestiones más típicas que me preguntan es el famoso: ¿lo llamo o no lo llamo? Son muy pillas cuando recurren a mi con esta pregunta. Porque ya saben lo que les voy a decir.
Shit. Parezco Moria, si querés llamarlo, llámalo. Hacé lo que sientas, y no le des bolilla al ego, que siempre aconseja a su favor. Él no me llama, yo tampoco; él no me escribe, yo menos; entro en el Chat, y lo veo, si no me habla primero no le hablo. Basta, hagan lo que sientan, tenés ganas de verlo decisélo; tenés ganas de besarlo, bésalo; tengas ganas de coger, cógelo. Basta de autoimponerse lo que no se quiere, sólo porque no sé si corresponde, o qué pensará de mí, o lo que es peor por qué tengo que dar el primer paso. Creo que en esto las mujeres nos cuestionamos más.
En fin…ahora me hago una pregunta a mi misma: ¿por qué si tengo tan clara estas cosas, cuando las llevo a mi vida me salen tan mal? Será porque siempre somos mejor gurú para la vida de los demás que para nosotros mismos.

Pará, pará con las filias

La red es una impactante caja de sorpresas. Lo más asombroso de sumergirse en ella es que a veces uno no se imagina a dónde va a llegar. Es como un viaje sin mapa, ni rutas establecidas. Son cadenas interminables de links que arrastran de un tema a otro, de un medio a otro, de un titular a otro. El fenómeno de la información acumulada por miles y miles de páginas. La vorágine de letras que cuentan, que muestran, que ofrecen. Tsunami de noticias.
Siempre digo que lo más parecido a la magia es la tecnología. Mágicamente, previo pago telefónico con tarjeta de crédito del servidor que me había olvidado pagar, hoy hice un recorrido que me llevo a preguntarme si de verdad tengo una desviación sexual.
¿Cómo puede ser empiezo buscando un nombre y termino en una página de parafilias, o sea desviaciones sexuales?
Mi hoja de ruta de ese viaje “interneteano” fue más o menos así.
Empecé con una noticia acerca de que el canal Disney, por un error en su programación pasó una película pornográfica en vez de una de dibujitos animados. Esto fue en Estados Unidos. En realidad el error fue de la compañía de cable local que emitía dicho canal.
Por cierto, que alguien le avise a mi primo adolescente (que adolece de sexo) que esto sucedió en el país del norte, porque desde que leyó esta noticia está viendo el canal infantil todo el día con la esperanza de que se repita el hecho.
De leer esta noticia que de por sí es bastante inusual, e impensable, pasé a descubrir que no es la primera vez que Disney está asociado a problemas de tenor sexual. También hay acusaciones sobre mensajes subliminales en las películas dedicadas a los niñitos de todo el mundo. No se salva nadie, ni la Serenita, ni el Rey León, Roger Rabbit y obviamente Mickey también está involucrado. Desnudos y símbolos sexuales. Escándalo total.
Agregando otra gota al vaso, aparecen unos empleados de Eurodisney jugando detrás de un escenario a hacer “la porquería”. Pero el agua no hubiera llegado al río, si no hubieran estado simulando hacer cositas sexuales vestidos con los trajes de los personajes.
Blasfemia total. Con los personajes no se juega. En el video aparece Minnie, Mickey, Goofy y hasta las ardillitas Chip y Chop. Por supuesto, la empresa en este caso Disney, dijo que iba a tomar medidas. Lo que no me quedó claro si las acciones eran filmar un película porno con los actores franchutes. Acción que llevaría a la primera noticia.
Pero dejando de lado mis suposiciones, y siguiendo la cadena de links llegué a enterarme de que hay una cultura furry en el mundo, y también en Argentina, en la cual disfrazarse de algún bicho, (una especie de peluche gigante) funciona como fetiche a la hora de tener sexo.
Debo aclarar que el artículo del diario español 20 minutos títula: "Disfrazarse de peluche, es la última moda erótica", data del 2005, así que hoy la última moda puede ser disfrazarse de fruta exótica (vieron que es cool comer mango, papaya, y maracuyá), o de bailarín/na del concurso de Tinelli (no es cool pero es popular).
Sinceramente, lo de furry no me va, la verdad a mí no me calentaría un tipo que aparezca con un traje de osito, o de león, o de no sé qué.
No me fui por las ramas, llego al final del camino o del último artículo, cuando leo “Otras parafilias”, y voy a la página donde creo, supongo, sospecho, estoy casi segura de que están todas. ¡Mon die! Juro que pensé en contarlas para dar un dato duro en este post, pero la que se quedó dura fui yo, cuando vi cuántas eran. Ni loca las cuento todas.
Algunas me hicieron reír, con perdón de la parafilia, como la iatronudia: excitación por desnudarse ante el médico, generalmente fingiendo una dolencia. Temo que mi vieja que se la pasa en los facultativos tal vez la padezca.
Hay otra que muchos la sufren, aguzada por el semáforo en rojo, como la mucofagia: comerse los mocos. Puag. Leí exhaustivamente la lista y llegué a la conclusión de que alguna que otra vez sufrí de sommnofilia, acariciar y realizar sexo oral a una persona dormida hasta despertarla. De lo que nunca, podría sufrir es de knismolagnia: excitación sexual producida por las cosquillas. Ja. Ja. Jaja.

La vida es un carnaval

Este fin de semana tuve el cumple número 40 de mi primo. Y por supuesto que estuvimos todos los primis. Algunos casados, ya con 3 hijos, otros casados y separados, con un poco los tuyos, los míos y los nuestros. No sé por qué pensé que la única que estaba sola era yo.
Quizás lo haya pensado porque la única que estaba sola era yo. Y eso me da tanto por las pelotas, porque me banco ir al cine sola, comer sola, viajar sola, pero ir a las fiestas familiares sola, es algo que me da urticaria y me pone en evidencia de una forma contundente y comparativa mi soltería.
Por suerte ya nadie pregunta: ¿viniste sola, querida? Porque es tan obvio, que sólo puede tener una respuesta, ¡no con el hombre invisible!
Entonces trato de mostrar lo feliz que soy estando sola... ¿qué soy? Y lo demuestro bailando conga, chamamé, batucada, salsa, merengue, todos los ritmos bailaré, estoy para ir a Bailando por un sueño...y lo demuestro pitando el silbato del carnaval carioca, más fuerte que nadie, y poniéndome los collares estilo hawaiano, que encuentro tirados por el suelo, pprrrrrr bombaparabailarestoesunabomba... prrrrrr, malbichotodostedicenquesosmalbicho.... y todo el popurrí de estos ritmos que hacen que una se sienta en plena decadencia.
Soy el centro de la ronda, o la que arma el trencito, prrrrresunbombónasesinoprrrr. La mujer de mi primo trae la piñata para grandes, un globo enorme de color rojo con rayas horizontales de todos colores, se para en una silla y levanta el brazo. Todos nos ponemos debajo esperando las golosinas, y jugando a ser niños otra vez.
Mi primo con un cuchillo en la mano, no sea cosa de errar en el intento, ojo que cumple 40, no 20. A la cuenta de tres, hace explotar la inmensa bola. Y yo con mis manos levantadas, Uno, dos, y .... tres!. De pronto abro grande la boca, cuando veo que lo que caen no son caramelos sino legítimos sobrecitos plateados de profilácticos... Como sigo con mis manos abiertas, pues el asombro hizo que no atinara a cerrar, recibo uno, dos ... no sé... un montón de forros.
Gracias que no me cayó ninguno en la boca... hubiera sido muy humillante. Patetic.
Todos me miran como diciendo... ¿Y?
Mientras lo miro muda pensando: ¿para qué mierda quiero esto, cuando llegará alguien para romper el envase con los dientes, con las manos, con algo, cuándo llegará ese día?
Alguien dice irónicamente que mi tío con uno tiene para un año, y mi otro primo -que recogió tres- dice que le alcanza para un mes. Y yo que soy la que tiene más digo, bueno por lo menos vencen en el abril del 2009... prrrrporquéllorarquelavidaesuncarnavalyesmásbellovivircantando...prrrr


Este relato ya fue publicado el 11/09/05 (perdón los que ya lo leyeron)